Desde la antigüedad hasta la contemporaneidad, la humanidad y sus distintas culturas han discutido, discuten y discutirán el sentido y la posibilidad de la utopía, su esencia y su existencia. Desde los poemas babilónicos hasta los filósofos modernos, pasando por La República de Platón, el término utopía, acuñado por Tomás More para referirse a un estado perfecto, ideal, regido por la igualdad entre sus ciudadanos, se ha debatido exhaustivamente.
Desde este horizonte, los autores plantean que la esencia humana es ser animal utopicus en tanto homo viator, que desde esta esencia-existencia une esperanza, utopía y fe. Esta unión viene pensada no sólo desde fundamentos filosóficos sino, ante todo, bíblicos.
Con un sólido manejo del hebreo y del griego nos presentan las utopías bíblicas, en especial las de Isaías y el Sermón de la Montaña. Desde Isaías, la fe y la esperanza de la utopía vista a partir del pasado –presente- futuro del Mesías, el diferir de las diferencias como guerra y contrariedad de odios se resuelve en la paz como unidad de contrarios y convivencia desde el amor. Desde el Sermón, ser felices no es otra utopía que el servicio alegre como fraternidad universal y anhelo de justicia, paz, mansedumbre, limpieza, honestidad, decencia.
Todas estas imposibilidades posibles giran en torno a tres pilares: fe esperanza y amor.