Hermanos, no somos Profesionales
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Con verdadero tono profético el autor hace un llamado general a recuperar la dimensión espiritual del ministerio cristiano, que, debido a confusiones de términos y roles, peligra por una malentendida profesionalidad. Improvisación, superficialidad y descuido caracterizan muchas actividades de la iglesia, ya sea a la hora de hacer un programa de radio o de organizar una campaña de testimonio, o de presentar un programa de acción ante las autoridades civiles, cuando lo que se necesita es profesionalidad, esmero y dominio de la materia. En estos campos de actividad comunitaria sí que es preciso, imprescindible, ser profesionales, manejar adecuadamente los asuntos pertinentes. El error es extrapolar virtudes necesarias para actividades de corte social, político o administrativo, y aplicarlas al ministerio cristiano, la predicación del Evangelio y el cuidado pastoral. Aquí, el profesionalismo lejos de remediar males, crea problemas, antes que dar vida, mata. 

• El ministro cristiano no es un ejecutivo, ni un administrador de empresas religiosas, para eso hay ancianos, secretario y consejo de iglesia, es, ante todo, un siervo de Dios para la extensión del Evangelio y la edificación de los creyentes. La obra de Dios es muy diferente de la obra de los hombres. Es una obra de persona a personas, inspirada y guiada por la persona sublime de Jesucristo. Está más allá de lo profesional, porque, paradójicamente, tiene que ser más que profesional. Exige una dedicación completa en pensamiento, palabra y obra. Para esto no hay técnica que sea suficiente, excepto la comunión y el trato íntimos con Dios y los hombres.

• “Los objetivos de nuestro ministerio son eternos y espirituales. No son comunes a ninguna otra profesión. Es precisamente por la incapacidad de ver esto que estamos muriendo”, 

Dice y defiende el autor de este libro con sobrada razón y peso pastoral por el ministerio cristiano actual, y continúa:

• “Nosotros los pastores estamos muriendo por profesionalizar el ministerio pastoral. La mentalidad del profesional no es la mentalidad del profeta. No es la mentalidad del esclavo de Cristo. El profesionalismo no tiene nada que ver con la esencia y corazón del ministerio cristiano. Mientras más profesional seamos, más grande será la muerte espiritual que dejaremos a nuestro paso”.

«El mundo establece el programa del hombre profesional; Dios establece el programa del hombre espiritual. El fuerte vino de Jesucristo hace estallar el odre del profesionalismo».


ISBN: 9788482674643
Editorial: CLIE
Referencia de producto: 978848267464
Dimensiones: 14 x 21 cm
Peso: 0,375kg
Cubierta: Rústica
Número de páginas: 301
Idioma: Español

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John Piper
John Piper

Nació el 11 de enero de 1946 en Chattanooga, Tennessee. Estudió Literatura y Filosofía en Wheaton College. Después de la Universidad, completó una Licenciatura en Teología en el Seminario Teológico Fuller, en Pasadena California. Fue a través de Daniel Fuller que descubrió los escritos de Jonathan Edwards.


Piper hizo un doctorado en Estudios del Nuevo Testamento, en la Universidad de Munich, Alemania.
En 1980, Piper se convirtió en el Pastor de la Iglesia Bautista de Belén, en Minneapolis, Minnesota dónde ha estado ministrando desde entonces. Piper se llama a sí mismo un Cristiano hedonista, y enseña que “Dios es mas glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él”.


Su teología es reformada, Bautista y Calvinista. Respecto a sus creencias escatológicas se llama a sí mismo un “Optimista Premilenialista” y mantiene una visión “post tribulación” de la segunda venida de Jesús.
Piper no se autoclasifica estrictamente como un dispensacionalista respecto a los pactos de Dios, más bien cree que la Ley fue dada para demostrarnos a nosotros que somo pecadores y que no podriamos cumplirla por nuestros propios medios.
Piper enseña que la Iglesia actual es la depositante de todas las promesas de Dios del Antiguo Testamento. Estas promesas no son particularmente dadas a una etnia Israelita, sino a todos los que por la fe en Jesús se han acercado a Él.
Respecto a los dones espirituales, Piper es un continuacionista (este blog no lo es), es decir, cree que los dones sobrenaturales como el de hacer curaciones a través de personas, profecía y hablar en lenguas, están presentes hoy en día y deben buscarse en la Iglesia.


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