Su dolor es tan profundo que ya no puede más. Lo ha reprimido por tanto tiempo, que se ha convertido en ira y odio no disimulado. Sin embargo, no puede terminar con él.
¿Existe alguna forma de salir de la prisión del rencor? ¿En verdad se puede perdonar y olvidar el daño que nos hicieron? El autor, antes esclavo de ese sentimiento, dice que sí.
En este libro relata la lucha que tuvo que librar durante diecisiete años contra el rencor que sentía hacia su padre, el hombre que quebrantó su estabilidad emocional. Gracias a la intervención de Dios, sus relaciones sanaron lenta, pero difinitivamente. Nos explica cómo se engendra el rencor, cómo podemos perdonar a otros y a nosotros mismos, y cómo destruir el ciclo de la amargura para que no afecte a la siguiente generación.